¿Nos levantamos de la silla cuando llegan inmigrantes a la costa?
Para comenzar, se plantea el siguiente supuesto:
Un inmigrante senegalés intenta cruzar a nado aguas marroquís con la intención de poner pie en España. La guardia civil le intercepta y le brinda ayuda, por lo que el hombre es atendido por los servicios de Cruz Roja y dirigido al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Ceuta. Los hechos no aparecen en la prensa nacional, tan solo en un periódico local de la ciudad autónoma. ¿Qué ha pasado? ¿Acaso no es noticia? Puede serlo, pero quizá no lo sea lo suficiente. ¿Cuándo una noticia es noticia? ¿Cuándo ocupa una portada? ¿Por qué se le dedica un pequeño espacio en una sección secundaria?
Los medios de comunicación, de masas o no, cada día deciden el orden del día: ¿qué noticias aparecen en portada? ¿Cuáles en las secciones nacional, internacional, autonómico o local..? Dónde encajamos:
– El ébola, a Teresa Romero y a Excálibur, ¿en local si vivimos en Madrid o en nacional? ¿En sanidad, en ciencia? ¿En internacional, pues se trataba de un problema mundial?
– Declaraciones del presidente Trump, ¿en economía, internacional, política?
– La sentencia de la Infanta en el caso Nóos, ¿tribunales, política, nacional, local o sociedad?
¿Qué se debe hacer con la migración? ¿Dónde se encaja? ¿Tiene relevancia nacional, internacional o es solo un hecho de carácter local? Todas estas preguntas se deben, o se debieran, discutir en las mesas de redacción. A primera hora de la mañana, el periódico, la radio o la televisión ya saben qué contenidos va comer la audiencia. Y son esos, los seleccionados, y no otros. Y son esos, con una intensidad y extensión determinados, y no otros.
El concepto de agenda pública o agenda setting fue abordado en un primer momento por McCombs y Shaw (1972) y entonces ya se relacionaba con cierta idea de estrategia, en la medida en que se establece la naturaleza y jerarquía pública de los temas de importancia social. Surge así un nuevo término, el de la tematización, que responde a la “capacidad sobresaliente de los medios de jerarquizar para la colectividad la importancia de los problemas, si bien de modo indirecto, estableciendo áreas hacia las que coordinadamente se orienta la reflexión colectiva” (Roda Fernández, 1989, p. 203). Entonces, según estos autores, desde el punto de vista de la investigación es necesario plantearse las siguientes dudas:
– Cómo se construye la agenda, cuáles son los pasos previos. Luhmann (1998) determina que existen unas “reglas de atención” para determinar los criterios de selección de noticias (p. 157). ¿Cómo de importante es el fenómeno migratorio en este sentido? La inmigración llama la atención, pero llamarla demasiado también es un riesgo
– Las condiciones que determinan el proceso de canalización mediática. Y respecto al tema que ocupa, ¿cómo tratan los medios el proceso de formación de noticias? ¿Son fieles a cuestiones como la pluralidad de fuentes? ¿Se limitan tan solo a tratar con fuentes oficiales, de naturaleza secundaria, en lugar de dar voz a otras partes implicadas y otorgar así pluralidad a las noticias?
– Las consecuencias generadas tras esa canalización de información, como por ejemplo, las actuaciones sociales, la respuesta de la audiencia, una valoración de la opinión pública…
– A las que habría que sumar las siguientes cuestiones, también en referencia a la investigación y valoración de la actividad periodística y mediática (Raigada, Moya & Ascencio, 2013)
A) El acontecer relevante. Un acontecimiento puede resultar suficientemente interesante como para infiltrarse en las agendas de todos los medios. Un compromiso con los agentes sociales -entiéndase por agente social cualquier elemento que forme parte del sistema comunicativo-social-, con la actividad periodística y con la sociedad que genera una competición entre los medios de comunicación: políticos o personajes relevantes, un hecho noticioso, una fuente de información de lujo, una imagen, una consecuencia… cualquier ingrediente que ponga en valor un contenido
B) En qué medida puede hablarse de la idea de tematización. Ésta parece solo viable en la medida en que los temas se repiten en uno y otro medio (acumulación).
Es decir, si una noticia relacionada con la inmigración hacia España es presentada en todos los medios –locales, autonómicos y nacionales- sin duda puede posicionarse como el tema del día, en la medida en que dará que hablar a los receptores de información de diferentes sectores, incluso especializados: juristas, políticos, periodistas y público generalista. En la medida en que un tema se comparte en radio, prensa y televisión, se ofrece una visión más limitada del mundo:
Medion: imagen 1 – fuente 1 – contenido 1
Medion+1: imagen 1 – fuente 1 – contenido 1
Medion+2: imagen 1 – fuente 1 – contenido 1
Medion+3: imagen 1 – fuente 1 – contenido 1
Imagínese la siguiente situación: un colectivo de personas de origen senegalés intenta saltar la valla de Melilla. La Delegación del Gobierno lanza una nota de prensa con la información que ellos consideran oportuna. Esa nota es lo único que llega a las redacciones, donde por falta de tiempo y al tratarse de un órgano oficial[1] no se contrasta la información, no se incorporan más fuentes: ni fuerzas de seguridad marroquís o españolas, ni asociaciones, ni los propios inmigrantes, y ni mucho menos personal del Centro de Estancia Temporal. El uso de una única fuente de información genera una información sesgada. Las fuentes oficiales se consideran fuentes de carácter secundario ya que el contenido ha sido tratado, en cierta medida, por un gabinete de prensa especializado y no se trata de una información de primera mano, donde los datos y las declaraciones se pueden calificar como espontáneas. Todos los medios, por tanto, informan con un único punto de vista y, por tanto, la información se encuentra limitada, el receptor se encuentra limitado (Barrutia Navarrete, 2017a)[2].
Y en este sentido, los estudiosos de la comunicación explican cómo la “existencia de estas normas, previas a la tematización, permite afirmar que los individuos, a pesar de sus posibles preferencias, tan solo pueden optar entre las selecciones temáticas previamente establecidas por los medios de comunicación de masas” (Piñuel & Gaitán, 2013). Y esto, conlleva que de forma previa al proceso comunicativo, éstas sean aceptadas de manera implícita por el público aunque no se corresponde, necesariamente, con las motivaciones de la conducta en cada sistema social.
Surge, entonces, un problema contemporáneo que responde al libre acceso a la información: la audiencia ha pasado de ser una gran masa homogénea a ser una particular masa heterogénea, donde de forma independiente se pueden buscar y consumir contenidos a demanda. ¿Qué problema es esto, si la libertad permite recibir cualquier información? Ese mismo, el de recibir una única información por diferentes canales: si la audiencia tiene preguntas y busca contenidos para responderlas, pero solo encuentra respuesta a algunas cuestiones, a la que deciden los medios en su agenda, la audiencia no puede sacar conclusiones por sí sola.
A pesar de que las ciencias han contribuido a ampliar enormemente la cantidad de saber seguro (reliable knowledge), cuando se trata de sistemas de elevada complejidad, como el clima, el comportamiento humano, la economía o el medio ambiente, cada vez es más difícil obtener explicaciones causales o previsiones exactas, ya que el saber acumulado hace visible también el universo ilimitado del no-saber. Probablemente lo que está detrás de la erosión de la autoridad de los estados y la crisis de la política sea este proceso de fragilización y pluralización del saber, y no conseguiremos recuperar su capacidad configuradora mientras no acertemos a articular nuevamente el poder con las nuevas formas de saber. Una sociedad del riesgo exige una cultura del riesgo (Innerarity, 2009, p. 11-12).
La conclusión, por tanto, es que el problema reside en no-saber y la sociedad es consciente de ello, la audiencia es consciente de que cada vez sabe menos, o al menos no lo que debiera; o, más allá, la sociedad percibe cómo se consumen las noticias y que la opinión pública no es más que el fruto de la gestión de los medios de comunicación.
Por tanto, puede concluirse que en la medida en que las fuentes se repiten en todas las noticias, no son originales, y la acumulación de información idéntica provoca infoxicación, un concepto ya visto, y desinformación: una auténtica indigestión informativa[3]. Un descontento en la audiencia que puede provocar falta de confianza hacia los medios de comunicación tal y como puede verse en el siguiente mapa conceptual:
¿Cuánto decide un medio de comunicación generalista? Quizá no tanto como se piensa. Desde el periodismo especializado se teoriza sobre el problema de las agencias de comunicación y de cómo éstas imponen, queriendo o sin querer, los temas del día. Ya en 2004, el periodista Álex Grijelmo explicaba en su libro El estilo del periodista que «el lenguaje es el instrumento de la inteligencia. Nadie podría interpretar bien el concierto de Aranjuez con una guitarra desafinada, nadie podría jugar con auténtica destreza al billar si manejase un taco defectuoso. Quien domine el lenguaje podrá acercarse mejor a sus semejantes, tendrá la oportunidad de enredarles en su mensaje, creará una realidad más apasionante incluso que la realidad misma. Pero son muy pocos ahora los periodistas que se lo proponen» (Grijelmo, 2004, p. 21-30).
Esto quiere decir que hace ya más de 10 años los periodistas expertos criticaban una realidad que ahora es presente: las noticias ya no son tan noticia como antes, cuando un receptor acude a un periódico para documentarse, la información ya les ha llegado por otros canales (internet, redes sociales digitales, redes sociales personales, radio, televisión…). Momento este en el que el periodista debiera ofrecer “un plus que describa las situaciones con amplitud y sentido literario, y obtener fuentes adicionales” (Grijelmo, ut supra). Una profundidad que no llega.
Por tanto, la profesión ha pasado de posicionarse en un contexto de poder (quien tiene la información tiene el poder), a un contexto limitado: el terrible periodismo de mesa. Un tipo de periodismo que además de estar condicionado por las condiciones laborales –de plantilla reducida, tiempo reducido, reclamos de la audiencia, falta de especialización, necesidad de generar contenidos de más o menos calidad pero donde prima la cantidad…- queda sometido a la crítica social. Una sociedad que conoce cómo funciona el mercado periodístico y que reclama, además, esa parte de la información que no se cuenta.
[1] Respecto a las fuentes, es interesante la catalogación de Llanos en su obra La especialización periodística, p. 87-123. Madrid: Editorial Tecnos.
[2] Se trata de la ponencia El caso de la valla de Melilla como punto de partida hacia la especialización periodística. II Congreso Internacional de Comunicación y Pensamiento. Internet y redes sociales: nuevas libertades, nuevas esclavitudes, pendiente de publicación.
[3] Este concepto y la ilustración correspondiente han sido presentados en el II Congreso Comunicación y Pensamiento. Barrutia Navarrete, M. (2017). Ut supra.
Esta entrada es un extracto de la tesis doctoral Nacimiento y evolución de la legislación de extranjería en la prensa española: La especialización periodística como respuesta académica a la comunicación pública y al derecho a la información, págs. 99-03.
La imagen de portada es de janeb13, disponible en pixabay.