Como si de una relación de amor se tratase, acercarte al usuario explicándole qué sensaciones va a sentir interactuando con ella es una forma atraparlo y de que recuerde tu producto. Si, de paso, superas las expectativas que has creado previamente, el éxito está garantizado.

Ayer fui a comer a una hamburguesería, una cadena de restaurantes que llevan a cabo una estrategia de marketing que me encantó: me persuadieron como consumidora y también como profesional de la comunicación.

Desde que entras por la puerta todo está enfocada a describirte la experiencia de comer en ese restaurante. Su decoración es moderna, la gentrificación* del entorno es la clave. El personal que asiste a las mesas es educado, servicial y siempre tiene una sonrisa.

Al margen de esto, parte de su estrategia de la experiencia de usuario es anticiparle que se va a manchar comiendo, pero que todo estará tan perfecto, que no importará.

Y a la vez, parte de los utensilios para comer están enfocados a salvar la situación – realmente a nadie le gusta terminar de comer con la camiseta llena de medallas-.

Sin duda, un caso de éxito.

Gentrificación: “El término es un neologismo que procede del inglés. Deriva de gentry, una clase social histórica inglesa de composición mixta entre la baja y media nobleza que viene a ser equivalente a la hidalguía española, y los propietarios de tierra plebeyos. Lo utilizó por primera vez la socióloga Ruth Glass en 1964, al estudiar los cambios sociales que se presentaban en Londres en relación con el territorio” (Fuente: Wikipedia, 20/09/23).

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