– Soy gay
– Muy bien, ¿qué quieres, una cerveza?
-Sí, un tercio. ¿Me has oído?
-Sí, que quieres un tercio
-No, digo que si me has oído lo primero que te he dicho
-¿El qué? ¿Que eres gay? Sí, te he oído
-¿Y no me dices nada?
-No sé qué quieres que te diga. Que muy bien
-¿Es que ya lo sabías?
-No, pero me da igual
Esta conversación la tuve hace muchos años con un amigo.
Ocurrió en un bar en Madrid, cerca de San Bernardo.
Diría que era febrero. En 2010. Y yo llevaba un vestido de punto gris.
Seguro que, desde un lado u otro de la mesa, conocéis esta situación.
Probablemente, mi amigo estuvo pensando cómo decirme que era homosexual.
Seguro que, de alguna manera, le inquietaba que yo pudiese rechazarlo.
A mí me pareció bien que me lo contara si él lo necesitaba.
Yo, desde luego, no necesitaba ninguna explicación sobre sus preferencias sexuales.
Me da igual con quien se acueste.
Me da igual de quien se enamore.
Lo único que me preocupa es que mi amigo esté bien.
Que sea feliz y que lo traten bien. Como a cualquier otra persona.
Que viva el amor como quiera. Igual que yo lo hago.
Y precisamente por eso hoy lees esto.
Por eso la newsletter de ayer contiene este mismo texto.
Para que todas las personas estemos bien.
Poder enamorarnos como queramos.
Porque al final, sea como sea, es AMOR.
Y eso mola mucho.
Que tu vida se llene de tu color favorito.