Se trata de dos paradigmas con carácter histórico y que tienen un claro reflejo en este tipo de delitos en la actualidad

El historiador Sebastián de la Obra ha realizado una ponencia tan reveladora como crítica hacia los medios de comunicación en las jornadas Procesos migratorios y minorías: el periodismo ante los nuevos retos, celebrado en Sevilla durante los días 13, 14 y 15 de febrero de 2017.  Entre otras cosas, el experto ha afirmado que “la prensa vive del rumor”, que “quien domina el discurso domina el contexto” y que es precisa la construcción “del otro” para la supervivencia.

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La ponencia Paradigmas históricos de los discursos de odio y su reflejo actual, enmarcada dentro del proyecto #RespectWords, ofrece una visión que permite repensar el tratamiento de los procesos migratorios y minorías religiosas por parte de los medios de comunicación. Para Sebastián de la Obra, son dos los paradigmas históricos que sientan precedente en el desarrollo del discurso de odio. Por un lado, “la Inquisición moderna, la española”, dice el investigador; por otro, “el paroxismo del odio, que no es ni más menos que el proceso que lleva al Holocausto”, explica el historiador. Este tipo de discursos no suponen una novedad , cierto es, pues siempre ha habido distinciones entre grupos sociales como por ejemplo con los esclavos, la mujer, los indígenas o, en la actualidad, con los extremistas religiosos.

De la Obra ha asegurado durante su intervención que “el objetivo de la Inquisición española era identificar a judaizantes, pero luego amplió el objetivo de víctimas: moriscos, protestantes, místicos, liberales… grandes místicos como María de Cazalla o como Santa Teresa de Jesús, a quien, como no pudieron con ella, la hicieron santa, que es lo más parecido a quemarlos vivos. Luego, la Inquisición pasó a ser una forma de censura”. En cualquier caso, sin duda se trata de una institución con 400 años de historia que conformó una identidad social basada en lo político, lo jurídico y sobre todo en lo religioso con una finalidad muy clara: disolver la memoria de determinados colectivos -por ejemplo con la obligación de cambiar el nombre judío de una persona por uno cristiano-.

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El otro punto de inflexión en el paradigma del discurso de odio es el proceso que lleva al Holocausto. Si la Inquisición pretendía disolver la memoria con un cambio de nombre que permitiera la inclusión social en un estado monoteísta cristiano-católico, las leyes nazis pretendían disolver esa memoria justo al contrario: con un cambio de nombre que resultara identificativo pero excluyente y que permitiera la destrucción y eliminación del colectivo judío. De la Obra recuerda cómo gracias a esta capacidad de identificación se pudieron acatar con facilidad “leyes como la de la esterilización de los discapacitados judíos”, o que los enfermos de esta comunidad “solo pudieran ser atendidos por médicos de su misma religión” y aplicación de otras normativas.

Para matizar más la evolución del discurso del odio, De la Obra describe una trilogía de este paradigma de la diferencia, que solo lleva a la exclusión y al odio. El investigador dice que los tres ejes de este tipo de narrativas son “los pobres, los enfermos y los extranjeros”, que son “los otros”, bajo tres actuaciones: “competencia, desviación y diferencia” del sistema. Por poner un ejemplo, el SIDA, la peste o la gripe aviar, así como la dicotomía extranjería/inmigración han marcado grupos marginados de la mayoría en un discurso que presenta “una estructura semántica” y suponen una “construcción social”: y en esta línea de pensamiento se debería reflexionar sobre qué ocurrió primero, si fue la propia construcción social la que llevó a la estructura semántica del discurso o a la inversa.

Llegados a este punto, De la Obra asegura que a este origen del odio se debe sumar el concepto de “magnitud”, que condiciona el imaginario colectivo y donde se entremezclan datos objetivos con la realidad aumentada tan llamativa para la prensa (el experto asegura estar investigando esta perspectiva).

Ahora es misión de los medios de comunicación aceptar esta realidad y ser conscientes de que se deben deconstruir esos discursos de odio que forman parte de la sociedad y del imaginario colectivo sobre el que la misma prensa estructura su discurso.

Mercedes Barrutia ©2017
Periodísticamente ©2017
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