Recientemente he planteado esta duda a mi sobrina de 17 años recién cumplidos.
Al margen de que «instante» tiene una errata, lo dejo como prueba de autenticidad, esta pregunta es realmente necesaria: ¿disparas o creas?
Crear una imagen a través de la mirada de una cámara requiere construir un mensaje y transmitirlo. Por lo general, no es algo que se lleve a cabo por casualidad: encuadrar y reencuadrar, controlar la luz, configurar la cámara en cada momento para capturar como tú quieres, distribuir los objetos en el campo influenciados por el fuera de campo, dotar de intención y decidir cuándo apretar el botón. Y luego, el revelado. No es algo baladí.
Alicia en el País de las Maravillas
Tengo un challenge -un reto, vamos- con mi sobrina, que lleva un tiempo interesada por el marketing y la publicidad. Se trata de hacer una serie de fotografías durante el mes de marzo relacionadas con un libro. Ella ha escogido El Mundo de Sofía y yo Alicia en el País de las Maravillas. Pero no se trata de hacerle fotos al libro en sí, el reto va de fotografiar con perspectiva, con otra mirada: «transmite un mensaje», le dije. «Cuenta una historia, la del libro, por ejemplo», añadí.
«Piensa», le dije.
«Muéstrame de qué va el libro, o qué sientes por el libro», añadí.
Yo ya he hecho mi challenge.
Como acordamos, unas fotos hechas con el móvil, sin editar. Recordemos que se trata de un primer contacto con la fotografía:
– ¿Quieres que te explique las fotos?- pregunté en otro mensaje de WhatsApp.
-Sí.
Si has leído o visto Alicia, sabrás que el Gato Risón es crispante, guasón y muy pícaro. Siempre que aparece pone a Alicia en una situación de tensión y hace cosas imposibles para un gato. Es lo que intento transmitir en estas imágenes.
«A que tú no sabes hacer esto…»- le dice Risón a Alicia mientras se pone bocabajo y se quita la cabeza para ponérsela en la cola.
Durante la escena de la merienda de locos, Alicia se encuentra realmente perdida y el tiempo hace estragos al terminar el reloj del Conejo Blanco untado en mermelada.
– ¿Mostaza? ¡Ni que fuera un sándwich! – dice el conejo preocupado por su reloj de bolsillo.
En esta serie de fotografías, Alicia está casi oculta entre las tazas, lo que transmite una sensación de vulnerabilidad ya que la figura humana es menospreciada ante los objetos: igual que en la historia. En la última, incluimos el libro para comunicar que estamos leyendo ese capítulo.
En la siguiente tanda, planteamos una cuestión: ¿cuánto te sumerges en la lectura? ¿Los personajes son capaces de salir del libro con tu lectura o, simplemente, se quedan detrás de las páginas? En las dos primeras, además, dotamos a la fotografía de movimiento con el sutil inicio del paso de las páginas.
Y cómo no, Alicia no sería nada sin el Sombrerero Loco. Un personaje tan raro como los demás, pero con cierto toque de cordura en su locura. Porque estaba zumbado, ¿o no?
El contraluz distorsiona un poco la lectura de la fotografía, la hace incómoda, igual que el Sombrerero entorpece el camino de Alicia.
Está ligeramente quemada, porque el Sombrerero se sale de las normas. Las manos sujetan el libro y envuelven parte de la figura de Alicia, pero no la tapan.
Entre el sombrero y el libro, asoma un poco la frente para humanizar la lectura y presentar con misterio al Sombrerero: ¿estará leyendo su propia historia, estará esperando a Alicia o tendrá algo escondido detrás del libro?
Fusilar un instante con una cámara de fotos en modo automático a veces es necesario. Incluso, la única solución. Pero cuando hagas eso, que sea de forma justificada, aún así, que sepas cómo hacerlo.
El resto del tiempo, mejor que liquidar momentos, crea imágenes que te cuenten esa historia por la que ese momento mereció ser inmortal.
Con cariño, para Carmela.